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¿Cuál es el pronóstico de un niño con leucemia?

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Una vez la leucemia es diagnosticada, el equipo médico deberá indicar el tratamiento o manejo que su hijo necesita para superar la enfermedad. Un niño con leucemia puede tener complicaciones a causa de la misma y del tratamiento; por ende, necesita atención de seguimiento continua durante y después del tratamiento. 

Anteriormente, casi ningún niño con leucemia sobrevivía más de unos años, pero hoy gracias a los nuevos descubrimientos y avances en el tratamiento, el 90 por ciento de los niños con el tipo de leucemia más común logra sobrevivir. El tratamiento en el centro especializado para niños y adolescentes tendrá entonces las ventajas de una atención idónea y competente, a fin de obtener la mejor probabilidad de recuperación y supervivencia a largo plazo. 

Ahora bien, existen factores de pronóstico, una serie de medidas que el equipo de oncología de su hijo puede emplear para estimar el grado de riesgo que representa el cáncer y determinar el plan de tratamiento a seguir, que asegure los mejores resultados. Entre estos factores se encuentran: el tipo de riesgo –un cáncer puede ser de riesgo estándar, de alto riesgo o de muy alto riesgo–, lo que ayuda a definir la intensidad del tratamiento, así como el pronóstico a largo plazo; por otro lado, la edad en el momento del diagnóstico también suele influir: para la leucemia linfocítica aguda (LLA) de células B, los niños entre 1 y 9 años parecen tener un pronóstico más positivo que los niños menores de 1 año o mayores de 10 años. 

Asimismo, hay que mencionar que los recuentos de glóbulos blancos altos en el momento del diagnóstico son considerados de muy alto riesgo, al igual que si la leucemia se ha propagado y ha llegado al líquido que rodea el cerebro y la médula espinal. También se debe tener en cuenta que hay muchos subtipos de leucemia, siendo algunos más agresivos que otros. 

Cabe destacar que las posibles complicaciones de la leucemia pueden incluir: infecciones frecuentes, sangrado grave (hemorragia), y espesamiento de la sangre por un gran número de células de leucemia. Otro de los problemas que se puede presentar es el síndrome de vena cava superior –el vaso sanguíneo que suministra sangre a la parte superior del cuerpo–. Si el niño tiene agrandamiento de la glándula del timo en el pecho, puede ejercer presión sobre la vena cava superior, lo que causaría síntomas muy graves y podría ser mortal.


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Preocupan también los efectos secundarios a largo plazo del tratamiento en los niños, pues, además de tener una larga vida por delante, su cuerpo está creciendo y desarrollándose. Justamente, dentro de las complicaciones a largo plazo podrían mencionarse: el regreso de la leucemia, el desarrollo de otros cánceres, problemas cardíacos o pulmonares, problemas de aprendizaje, crecimiento y desarrollo lentos, problemas con la capacidad de tener hijos en el futuro, y enfermedades en los huesos como la osteoporosis. 

Cuando se habla de niños con cáncer, el objetivo es curarlos y devolverles la salud para toda la vida. No obstante, las consecuencias de administrar radiación cerebral, por ejemplo, a un niño de 3 años en comparación de una persona con 43 son dramáticamente diferentes. De la misma manera, si se está administrando radiación al hueso o la extremidad de un niño, entonces podría afectar drásticamente el crecimiento de ese hueso o extremidad, lo que no pasa con los adultos. Por el lado positivo, los órganos de los niños están sanos desde el principio, lo que permitiría que pudieran tolerar un tratamiento más intensivo. 

Y aunque no es posible prevenir el cáncer, olvidar la leucemia y su tratamiento y regresar a una vida que no gire alrededor de la misma, sí se puede lograr una detección temprana, lograda por profesionales de la salud que realicen una historia clínica meticulosa, un buen examen médico y que escuchen a los padres; por esto, siempre será importante tomar acción cuando se detecte cualquier signo o síntoma diferente de lo normal. Con el tratamiento adecuado, las perspectivas para niños y adolescentes son muy buenas: la mayoría de las leucemias tienen tasas de remisión muy altas –es decir, que los médicos no ven células cancerosas en el cuerpo– y se curan de la enfermedad. 

Si bien, tener un hijo con cáncer puede resultar abrumador para las familias, el hecho de contar con un equipo de apoyo cercano que resuelva dudas será fundamental. Pese a que pueden presentarse problemas relacionados con el desempeño normal de los niños, expertos recomiendan que aquellos que se encuentran en edad escolar asistan al colegio tanto como sea posible, para mantener la rutina diaria e informar a sus amigos sobre lo que acontece. Su equipo de atención también podrá sugerir programas especiales de apoyo y servicios para ayudarlos después del tratamiento.

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