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Cita con tu bienestar

¿Es posible sufrir más de un ataque cerebrovascular?

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Una de cada cuatro personas mayores de 25 años puede tener un ataque o accidente cerebrovascular (ACV) a lo largo de su vida. Quienes ya lo han padecido, presentan un mayor riesgo de volver a vivir un episodio de este tipo. De acuerdo con un estudio de la firma Rochester, durante el año posterior al evento, la recurrencia es del 10 %, y aumenta al 20 % dentro de los 5 años siguientes.

¿Qué hacer entonces para reducir esas probabilidades de un segundo ataque? Inicialmente hay que tener en cuenta que existen factores de riesgo sobre los que no tenemos mucho poder. La edad, por ejemplo, es uno de ellos: a partir de los 55 años aumenta la posibilidad de sufrir un ACV. El género y la raza también son características a considerar, pues los hombres y las personas hispanas o afroamericanas tienen una mayor predisposición a este tipo de enfermedad.

Por eso, el esfuerzo de prevención debe centrarse en los factores de riesgo modificables:

Manejo y control de enfermedades de base:

Hipertensión: La tensión arterial hace referencia a la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias. Cuando dicha presión es alta, hablamos de hipertensión, una condición que puede romper la arteria o favorecer la obstrucción de estos conductos, generando así el escenario perfecto para un ACV.

Según la Organización Mundial de la Salud, el 46 % de los adultos hipertensos en el mundo desconocen que sufren de esta condición. La recomendación de los especialistas es tener controles periódicos para detectar oportunamente cualquier anomalía.

Diabetes: Tener altos niveles de azúcar en la sangre favorece el daño de los vasos sanguíneos y la formación de coágulos dentro de ellos. Mantener estos niveles en rangos normales ayuda a disminuir el riesgo de ACV.

Colesterol: Una concentración elevada de colesterol en la sangre aumenta el riesgo de obstrucción de las arterias. Tener el colesterol alto no provoca síntomas, por esto es importante medir los niveles de colesterol en la sangre periódicamente para determinar si son elevados y proporcionar un tratamiento adecuado.

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Evitar el consumo de cigarrillo: Diferentes investigaciones han concluido que fumar aumenta de dos a cuatro veces el riesgo de un ACV isquémico, también conocido como trombosis cerebral. Los estudios han evidenciado que el riesgo sube con la cantidad de cigarrillos consumidos.  La exposición al humo ajeno también representa cierto peligro.

Alimentación balanceada: Llevar una dieta con consumo limitado de colesterol, grasas saturadas y grasas trans reduce el riesgo de estrechamiento de las arterias y por ende de accidentes cerebrovasculares.  De igual forma, llevar al mínimo el consumo de sal ayuda a disminuir la presión arterial, uno de los factores de riesgo más relevantes.

Mantener un peso saludable: Tener un índice de masa corporal (IMC) saludable para evitar el sobrepeso y la obesidad es igualmente importante para evitar complicaciones como la diabetes y la hipertensión, que pueden dañar los vasos sanguíneos del cerebro.

Limitar ingesta de alcohol: El consumo desmedido de alcohol puede incrementar la presión arterial y generar un mayor riesgo de un accidente cerebrovascular. De acuerdo con el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, esta práctica también aumenta los niveles de triglicéridos, una forma de grasas en la sangre que puede endurecer las arterias. 

Realiza actividad física: Caminar, trotar, montar en bicicleta o cualquier otra actividad física moderada ayuda a reducir la presión arterial y mejorar el estado de los vasos sanguíneos y el corazón.

Se estima que 4 de cada 5 accidentes cerebrovasculares se pueden prevenir si se siguen estas recomendaciones orientadas a tener un estilo de vida saludable.

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