La valvuloplastia aórtica fetal (VAF) representa un avance significativo en el manejo prenatal de la estenosis aórtica (EA) severa y la prevención del síndrome de corazón izquierdo hipoplásico (SCIH). El SCIH es un defecto cardíaco congénito complejo caracterizado por el subdesarrollo de las estructuras del corazón izquierdo que impide que este pueda soportar la circulación sistémica (Nasr y DiNardo, 2019). Esta intervención busca modificar la progresión de la enfermedad in utero, tratando de evitar la necesidad de intervenciones quirúrgicas más complejas después del nacimiento.
La técnica de la VAF comprende la introducción percutánea de un catéter-balón en el corazón fetal para dilatar la válvula aórtica estenótica. Este procedimiento es guiado por ecografía, con sedación materna consciente y anestesia fetal para garantizar la precisión de la intervención y minimizar los riesgos. Una VAF técnicamente exitosa consiste en lograr pasar el balón a través de la válvula aórtica, después de lo cual se infla para aumentar el tamaño del orificio valvular. Su correcto posicionamiento y funcionamiento se confirma a través del aumento del flujo a través de la válvula o por regurgitación aórtica (Marshall et al., 2005).
El objetivo principal de la VAF es promover el crecimiento del corazón izquierdo, previniendo así la progresión de la EA hacia el SCIH. Algunos estudios han demostrado que la VAF puede lograr una circulación biventricular en aproximadamente el 50% de los casos donde el procedimiento se considera exitoso (Pickard et al., 2020). Sin embargo, esta intervención no está exenta de riesgos. Uno de los mayores riesgos es el de que se produzca muerte fetal, lo que puede ocurrir en aproximadamente el 8% de los casos (Pickard et al., 2020). Además, existe la posibilidad de que el procedimiento no sea exitoso, lo que puede resultar en que la enfermedad progrese hacia el SCIH a pesar de la intervención.
Una de las principales ventajas de la VAF es su potencial para mejorar el desenlace clínico postnatal de estos pacientes. Si se logra prevenir la progresión de la enfermedad hacia el SCIH, se podría evitar que los neonatos pasen por numerosos procedimientos quirúrgicos paliativos asociados a altas tasas de morbimortalidad (Nasr y DiNardo, 2019). La VAF exitosa se ha asociado con tasas más altas de reparación biventricular postnatal, lo que ofrece una mejor calidad de vida y pronóstico a largo plazo para estos pacientes (Tworetzky et al., 2004).
La VAF es un procedimiento altamente especializado que conlleva riesgos importantes y que requiere de un equipo multidisciplinario altamente capacitado. Este equipo comprende especialistas en medicina materno-fetal, cardiología fetal, cardiólogos intervencionistas pediátricos, anestesiólogos y radiólogos. La experiencia institucional y la pericia influyen significativamente en las tasas de éxito y el desenlace clínico asociados a la realización de VAF (Tworetzky et al., 2004). Es importante destacar que el Instituto Cardiovascular del Hospital Internacional de Colombia (HIC) realizó la primera VAF exitosa en el país, marcando un hito significativo en atención materno-fetal. Este procedimiento se llevó a cabo en un feto con estenosis aórtica severa logrando resultados sobresalientes que permitieron brindar una nueva oportunidad de vida y un mejor pronóstico al paciente.
Se deben seguir criterios estrictos para seleccionar los candidatos a una VAF. Estos criterios incluyen parámetros ecocardiográficos fetales que predicen la probabilidad de intervención y circulación biventricular postnatal exitosas. Estos criterios ayudan a identificar los fetos que más probablemente se beneficiarán del procedimiento minimizando los riesgos innecesarios (Friedman et al., 2018). Los avances recientes en imagenología, como en ecocardiografía fetal de alta resolución y resonancia magnética, han mejorado la precisión diagnóstica y la manera de planear el procedimiento. Estas innovaciones han contribuido a mejorar el desenlace clínico al permitir evaluar con mayor precisión la anatomía y la función cardíaca fetales, facilitando así una mejor selección de los pacientes y mejores tasas de éxito (Pickard et al., 2020).
La VAF es una intervención prometedora que puede modificar el curso de la EA severa in utero, evitando la progresión hacia el SCIH. La selección cuidadosa de los pacientes, la experiencia institucional y la investigación continua son cruciales para maximizar los beneficios de este procedimiento innovador.