La artrosis de rodilla, un trastorno articular degenerativo muy común, se caracteriza por el deterioro gradual del cartílago dentro de la articulación de la rodilla. Esta afección afecta principalmente a los adultos mayores y contribuye sustancialmente a la discapacidad y a la disminución de la calidad de vida. La fisiopatología de la artrosis de rodilla implica una compleja interacción de fuerzas mecánicas, inflamación y procesos celulares que finalmente conducen a la degradación del cartílago, la remodelación del hueso subcondral y la inflamación de la articulación.
La artrosis de rodilla es una de las principales causas de dolor musculoesquelético crónico, particularmente en los adultos mayores. Se estima que aproximadamente el 10% de los hombres y el 13% de las mujeres de 60 años o más a nivel mundial la padecen. Se proyecta que la prevalencia de artrosis de rodilla aumentará, debido a factores como el envejecimiento de la población y el incremento en la prevalencia de la obesidad, un factor de riesgo bien establecido. Además, la artrosis de rodilla es más común en las mujeres que en los hombres, especialmente después de la menopausia debido, por una parte, a los cambios hormonales que pueden afectar el metabolismo del cartílago.
Diversos factores de riesgo clave se asocian con el desarrollo y la progresión de la artrosis de rodilla. Entre los determinantes no modificables se incluyen la edad avanzada y el sexo femenino, mientras que la obesidad constituye un factor de riesgo modificable fundamental. El exceso de peso corporal incrementa la carga mecánica sobre las articulaciones de la rodilla, acelerando la degradación del cartílago articular. Asimismo, la predisposición genética desempeña un papel relevante, como lo demuestra el agrupamiento familiar de esta patología. Los traumatismos o lesiones articulares, especialmente aquellos que afectan los meniscos o los ligamentos, pueden provocar inestabilidad y esfuerzos mecánicos desiguales en la articulación, aumentando así el riesgo de osteoartritis de rodilla. Del mismo modo, las actividades laborales que implican arrodillarse de forma prolongada o levantar cargas pesadas también se han vinculado a un mayor riesgo de desarrollar esta condición.
El diagnóstico de artrosis de rodilla se fundamenta principalmente en la evaluación clínica, del dolor articular, la rigidez y las limitaciones funcionales, especialmente durante actividades que implican carga sobre la articulación. Por otro lado, la radiografía se ha establecido como el estándar de referencia para confirmar el diagnóstico, ya que permite identificar hallazgos característicos como el estrechamiento del espacio articular, la formación de osteofitos y la esclerosis subcondral. Asimismo, la ampliamente utilizada escala de Kellgren-Lawrence se emplea comúnmente para evaluar la gravedad radiográfica de la artrosis de rodilla. Si bien la resonancia magnética puede proporcionar información más detallada sobre el daño temprano del cartílago, no se utiliza de manera rutinaria con fines diagnósticos.
El tratamiento de la artrosis de rodilla emplea un enfoque multimodal según la gravedad de la condición. El manejo inicial se centra en intervenciones no farmacológicas, como la pérdida de peso, la fisioterapia y los ejercicios orientados a fortalecer la musculatura del cuádriceps y mejorar la estabilidad articular. El tratamiento farmacológico incluye el uso de analgésicos, como el acetaminofén y antiinflamatorios no esteroideos, para aliviar el dolor. En casos más avanzados, a menudo se recurre a inyecciones intraarticulares de corticosteroides o ácido hialurónico para manejar los síntomas. La intervención quirúrgica, específicamente la artroplastia total de rodilla se reserva para pacientes con osteoartritis de rodilla grave que no han respondido adecuadamente a los tratamientos conservadores. Los avances recientes en cirugía de rodilla con asistencia robótica, como los sistemas MAKO y ROSA, han demostrado una mayor precisión y mejores resultados en la artroplastia total de rodilla, con un mejor alineamiento y menor incidencia de complicaciones en comparación con las técnicas quirúrgicas tradicionales.
Nuevas estrategias terapéuticas para el manejo de la artrosis de rodilla han surgido, como la medicina regenerativa que se centra en reparar el cartílago dañado y ralentizar la progresión de la enfermedad. Estos incluyen la terapia con células madre y la terapia genética. Asimismo, los avances en modelado biomecánico e imagenología ofrecen perspectivas prometedoras para un diagnóstico más temprano y la implementación de planes de tratamiento más personalizados. A medida que la investigación en estas áreas continúa avanzando, el manejo de la artrosis de rodilla se encamina hacia tratamientos cada vez más personalizados, con el objetivo de mejorar tanto la calidad de vida de los pacientes como los resultados a largo plazo.