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Convulsiones Febriles

Convulsiones febriles o convulsión inducida por fiebre es una convulsión en un niño que se desencadena por la fiebre. Estas convulsiones ocurren sin ninguna infección del cerebro o de la médula espinal u otra causa del sistema nervioso (neurológica).

síntomas

Una convulsión febril puede ser tan leve que simplemente se le volteen los ojos al niño o se le pongan rígidas las extremidades. Muy a menudo, la fiebre desencadena una convulsión completa que involucra todo el cuerpo.

Las convulsiones febriles pueden empezar con una contracción repentina de los músculos en ambos lados del cuerpo del niño: generalmente, los músculos de la cara, el tronco, los brazos y las piernas. El niño puede llorar o gemir debido a la fuerza de la contracción muscular. La contracción continúa por algunos segundos o decenas de segundos. El niño caerá si está de pie y puede que se orine.

Es posible que vomite y puede morderse la lengua. Asimismo, es posible que no respire y puede empezar a tornarse azul.

Finalmente, la contracción es interrumpida por momentos breves de relajación. El cuerpo del niño comienza a sacudirse rítmicamente y éste no responde a la voz de los padres.

Una convulsión febril simple se detiene por sí sola en cuestión de unos segundos hasta 10 minutos, generalmente seguidos de un período corto de somnolencia o confusión. Una convulsión febril compleja dura más de 15 minutos, sucede sólo en una parte del cuerpo o se repite durante la misma enfermedad.

Las convulsiones febriles se diferencian de los temblores o de la desorientación que también ocurre con las fiebres, y los movimientos son los mismos de la convulsión tónico-clónica generalizada.

Causas

Aproximadamente del 3 al 5 % de los niños por lo demás sanos entre las edades de 9 meses a 5 años tendrán una convulsión causada por fiebre. Los niños pequeños son los más comúnmente afectados. Las convulsiones febriles a menudo son hereditarias.

La mayoría de las convulsiones febriles ocurre en las primeras 24 horas de una enfermedad y no necesariamente cuando la fiebre está en su punto más alto. A menudo, la convulsión es el primer signo de una fiebre o enfermedad.

Las convulsiones febriles generalmente se desencadenan por fiebres a raíz de:

  • Infecciones del oído
  • Roséola infantil (una afección con fiebre y salpullido causada por varios virus diferentes)
  • Infecciones de las vías respiratorias altas causadas por un virus

La meningitis provoca menos del 0.1 % de las convulsiones febriles pero SIEMPRE se debe tener en cuenta, especialmente en niños menores de un año o aquellos que lucen aún enfermos cuando la fiebre ha bajado.

Es probable que un niño tenga más de una convulsión febril si:

  • Hay antecedentes familiares de este tipo de convulsiones
  • La primera convulsión sucedió antes de los 12 meses
  • La convulsión sucedió con una fiebre de menos de 39° C (102° F)

Pruebas diagnósticas

El médico especialista puede diagnosticar una convulsión febril si el niño presenta una convulsión tónico-clónica generalizada pero no tiene antecedentes de trastornos convulsivos (epilepsia). En los bebés y los niños pequeños, es importante descartar otras causas para una convulsión que se dé por primera vez, especialmente meningitis.

En una convulsión febril típica, el examen generalmente no muestra anomalías diferentes a la enfermedad que ocasiona la fiebre. Por lo general, el niño no necesitará todos los exámenes de estudio que se hacen en caso de una convulsión (como EEG, tomografía computarizada de la cabeza y punción lumbar, punción raquídea).

Para evitar tener que someterse a exámenes de estudio para las convulsiones:

  • El niño tiene que tener un desarrollo normal.
  • El niño debe haber tenido una convulsión generalizada (no focal), lo cual significa que la convulsión se presentó en más de una parte del cuerpo y no limitada a una sola parte.
  • La convulsión no debe haber durado más de 15 minutos.
  • El niño no puede haber tenido más de una convulsión febril en 24 horas.
  • El examen neurológico del niño realizado por un médico tiene que ser normal.

Tratamiento

  • Durante la convulsión, deje al niño en el piso.
  • Se puede poner una cobija debajo del niño si el piso es duro.
  • Muévalo sólo si está en un lugar peligroso.
  • Quite los objetos que puedan lesionarlo.
  • Afloje cualquier prenda de vestir que le quede ajustada, especialmente alrededor del cuello. Si es posible, abra o retire la ropa de la cintura para arriba.
  • Si el niño vomita o si se le acumula saliva o mucosidad en la boca, voltéelo de lado o boca abajo. Esto es importante también si al parecer la lengua está obstaculizando la respiración.

NO intente meterle nada en la boca a la fuerza para impedir que se muerda la lengua, ya que esto aumenta el riesgo de lesiones. Tampoco intente refrenar al niño ni detener los movimientos de la convulsión.

Centre su atención en bajar la fiebre:

  • Inserte un supositorio de paracetamol (si lo tiene) dentro del recto del niño.
  • NO intente darle nada a través de la boca.
  • Ponga paños fríos en la frente y cuello y frote con una esponja el resto del cuerpo con agua tibia (no fría). El agua fría o el alcohol pueden empeorar la fiebre.
  • Después de que termine la convulsión y el niño esté despierto, suministre una dosis normal de ibuprofeno o paracetamol.

Después de la convulsión, el paso más importante es identificar la causa de la fiebre

Referencias

Johnston MV. Convulsiones en la niñez. En: Kliegman RM, Behrman RE, Jenson HB, Stanton BF, eds. Nelson de libros de texto de Pediatría. 18th ed. Philadelphia, Pa: Saunders Elsevier; 2007:chap 593.

Contenido: 11 de febrero de 2010

Versión del inglés revisada por: David C. Dugdale, III, MD, Profesor de Medicina, División de Medicina General, Departamento de Medicina, Universidad de Washington Facultad de Medicina. También se examinó por David Zieve, MD, MHA, Director Médico, ADAM, Inc. Traducido por: DrTango, Inc.

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Doctores:
Dr. Víctor Raúl Castillo Mantilla
Dra. Sonia Stella Ramírez Ribero
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