Con el advenimiento de la pandemia de COVID-19 y la ausencia de tratamientos específicos efectivos contra la enfermedad, múltiples investigaciones se han concentrado en la búsqueda de alternativas terapéuticas que permitan mejorar el pronóstico de aquellos que desarrollan una enfermedad severa. Hasta el momento sólo el uso de un potente antiinflamatorio, la dexametasona, había demostrado reducir el riesgo de muerte en los pacientes gravemente enfermos. Ahora, el panorama de opciones se expande con la aprobación del Tocilizumab para tratar determinados casos de la enfermedad en algunos lugares del mundo.
La mayoría de personas que se enferman de COVID-19 desarrollan una afección leve o moderada. No obstante, se pueden presentar casos severos en un 14% e incluso críticos hasta en un 5%. Una de las principales causas de muerte en estos pacientes es la falla respiratoria secundaria a la neumonía que se produce como consecuencia de la invasión viral. La tormenta inflamatoria que se desencadena en respuesta a la infección es en gran parte responsable de las complicaciones asociadas a los casos graves de la enfermedad. Diversos estudios han señalado la asociación entre la severidad de la enfermedad y un estado inflamatorio anormalmente activado y descontrolado. Este estado contribuiría al deterioro progresivo de la función del sistema respiratorio y de otros órganos vitales.
El proceso de señalización mediado por citoquinas constituye la vía de comunicación principal de las células del sistema inmune. Las citoquinas son mediadores químicos que controlan y coordinan funciones celulares a través de señales específicas. Aunque es un sistema finamente sincronizado que permite al cuerpo reaccionar, defenderse, adaptarse y recuperarse frente a los invasores, en algunos casos se puede salir de control y promover escenarios patológicos. Así, en el caso de la COVID-19, se ha observado una correlación positiva entre altos niveles de interleuquina 6 (IL-6) — una citoquina multifuncional del sistema inmune — y cuadros severos de la enfermedad. A su vez, un estudio realizado en un hospital de Munich, Alemania, encontró que niveles muy elevados de esta citoquina podrían predecir el requerimiento de ventilación mecánica en los pacientes infectados.
Actualmente, existen varios medicamentos que pueden interferir, a diferentes niveles, en la vía de señalización de la IL-6. Entre ellos encontramos los inhibidores de la citoquina: siltuximab, clazakizumab, sirukumab, olokizumab; y los inhibidores de su receptor celular: tocilizumab, sarilumab, levilimab. El bloqueo de la IL-6 ha demostrado ser útil en el tratamiento de varias enfermedades inflamatorias crónicas como la artritis reumatoidea y la artritis idiopática juvenil. El Tocilizumab, un anticuerpo monoclonal humanizado dirigido contra el receptor de la IL-6, ha sido aprobado para tratar la tormenta inflamatoria observada con el uso de ciertas terapias contra el cáncer. Teniendo en cuenta la eficacia de este medicamento en esos contextos, más de 80 estudios se han enfocado en la evaluación de sus efectos frente a la tormenta inflamatoria inducida por el SARS-CoV-2. Dentro del análisis de los datos arrojados hasta ahora por estos estudios, se destacaron los resultados de los ensayos clínicos RECOVERY, EMPACTA, COVACTA y REMDACTA. En estos estudios se observó que el Tocilizumab redujo el riesgo de muerte y el tiempo de hospitalización, así como la necesidad de ventilación mecánica, al evaluar los 28 días durante los cuales se hizo el seguimiento.
De igual manera, basándose en los datos de más de 10 mil pacientes derivados de 30 ensayos clínicos aleatorizados controlados, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó el uso de bloqueadores de los receptores de IL-6 como el Tocilizumab en pacientes hospitalizados por COVID-19 que estén recibiendo corticosteroides sistémicos, necesiten oxígeno, ventilación mecánica no-invasiva o invasiva u oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO). Al respecto, el director general de la OMS, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus señaló que:
“Estos medicamentos ofrecen esperanza para los pacientes y las familias que sufren el impacto devastador de los casos severos y críticos de COVID-19. Pero siguen siendo inasequibles para la mayoría del mundo”.
Por tal motivo, la OMS ha hecho un llamado de solidaridad a los fabricantes de estos medicamentos para que los países de bajos y medianos ingresos puedan fácilmente acceder a éstos puesto que, siguiendo las recomendaciones establecidas, ciertos pacientes podrían beneficiarse de su implementación, sobre todo en aquellos lugares donde la pandemia continúa cobrando un alto número de vidas.
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