En las últimas semanas la variante delta del nuevo coronavirus ha causado preocupación en todo el mundo. Su capacidad de transmisión parece ser muy alta y su presencia se ha podido detectar en cerca de 100 países convirtiéndose en la variante predominante en algunos de estos lugares.
Con el advenimiento de la pandemia de COVID-19 y la ausencia de tratamientos específicos efectivos contra la enfermedad, múltiples investigaciones se han concentrado en la búsqueda de alternativas terapéuticas que permitan mejorar el pronóstico de aquellos que desarrollan una enfermedad severa.
Una de las grandes preocupaciones que existe actualmente alrededor del nuevo coronavirus se centra sobre los efectos persistentes o secuelas que pueda dejar la enfermedad en el organismo. Alrededor del 10% de los pacientes que tuvieron COVID-19 sufren de una enfermedad persistente independientemente de la edad, de las comorbilidades y de la gravedad de los síntomas iniciales.
El virus de la influenza es responsable de miles de muertes anuales a nivel mundial. Los picos de infección coinciden con las estaciones frías en los países templados. En Colombia y en los demás países tropicales, el virus suele circular todo el año, siendo las temporadas de lluvia las más afectadas. Con la llegada del nuevo coronavirus, se ha observado que los casos de influenza han disminuido a niveles nunca antes vistos.
Probablemente cuando escuchamos por primera vez “Sistema de Oxigenación por Membrana Extracorpórea” no nos hacemos una idea de qué puede ser. Este sistema, también conocido como ECMO por sus siglas en inglés, funciona como un pulmón artificial que cumple con la tarea de oxigenación por fuera del cuerpo (extracorpóreo).