Tanto niños como adultos pueden experimentar dolores de cabeza ocasionales como un dolor moderado que dura unas horas. La mayoría de las veces, no son motivo de preocupación y son causados por enfermedades menos comunes, por un golpe leve en la cabeza, por falta de sueño, de comida o de bebida y por altos niveles de estrés o ansiedad; también pueden ser provocados por un ruido fuerte, luces brillantes, demasiada actividad alrededor, o surgir de la nada. Asimismo, los dolores de cabeza por migraña se pueden observar en la niñez, pero si se conocen y se evitan los desencadenantes, por lo general no causan problemas.
Para algunos, sin embargo, las cefaleas se vuelven severas, debilitantes o crónicas. Cabe destacar que uno de cada seis adolescentes experimenta migrañas –aproximadamente el 2% de los adolescentes tienen dolores de cabeza todos los días o cada dos días–. Si bien pueden ser signo de un problema grave, como un tumor cerebral, esto ocurre alrededor del 1% de las veces; el 99% restante, las cefaleas están relacionadas con una infección tratable o con un trastorno de dolor de cabeza primario, lo que significa que no hay otro problema subyacente.
Usted deberá buscar ayuda médica si su hijo desarrolla un nuevo dolor de cabeza intenso de la nada, si tiene una conmoción cerebral, si lo despierta del sueño, si la cefalea está empeorando o se vuelve más frecuente, si genera cambios en la personalidad del niño, si está acompañada de fiebre y dolor o rigidez en el cuello, así como de vómitos persistentes o cambios visuales.
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Hay varias cosas que los padres pueden hacer para ayudar a sus hijos con esta afección; para muchos niños, los patrones de dolor difieren según su rutina y entorno. Entonces, fomentar hábitos como: mantener horarios consistentes para dormir, comer, hacer ejercicio y realizar las tareas de la escuela, logran disminuir los síntomas. Hay niños con migraña que después de dormir suelen sentirse mucho mejor; por ello, asegúrese de que descansen lo suficiente y no tengan interrupciones durante la noche (lo ideal es que tengan de 8 a 12 horas de sueño por noche, según la edad).
Asimismo, es importante incorporar ejercicios de relajación y técnicas de reducción del estrés. Frente a esto, es necesario identificar los factores que puedan causar agobio o angustia en la vida del niño, como la dificultad para hacer las tareas escolares o las relaciones tensas con sus compañeros. Buscar nuevos pasatiempos o intereses como manualidades, leer o cocinar; así como compartir con amigos y familiares para realizar actividades recreativas y de entretenimiento, pueden funcionar para reducir la frecuencia de los dolores.
La práctica deportiva también es fundamental: lo recomendable es que puedan hacer al menos 20 minutos de ejercicio que produzca sudor, entre tres y cuatro días a la semana. La relación entre la actividad deportiva y los dolores de cabeza coincide con los resultados de un estudio elaborado por diferentes departamentos del ámbito de la salud de las universidades de Bélgica y Países Bajos, que muestra los efectos del ejercicio aeróbico en la disminución de los días en que se padece migraña, siendo un tratamiento profiláctico en pacientes que sufren esta patología.
Usted podrá llevar un diario para anotar las características que tienen los dolores en sus hijos, cuándo comienzan y cuánto duran. Si interfieren en el estilo de vida normal del niño, deberá consultar al médico y seguir un tratamiento que puede incluir modificaciones en el estilo de vida, medicamentos agudos o preventivos, terapia cognitiva conductual y tratamientos procedimentales e intravenosos.
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