Así como el amor desencadena toda una reacción química que nos lleva a un estado enérgico y de felicidad constante, una ruptura o rechazo amoroso provoca todo lo contrario.
Los que ya han pasado por una ‘tusa’, como llaman los más jóvenes al desamor, saben que durante el proceso es posible sufrir de trastornos del sueño, pérdida de peso o sensaciones de angustia y desesperanza.
Una ruptura generalmente termina en cambios de hábito y tormentas emocionales. ¿Qué ocurre? Al no estar expuestos a los incentivos que anteriormente producían ese cóctel hormonal característico del enamoramiento, el cuerpo empieza a bajar la producción de estos químicos y a extrañar sus efectos.
La oxitocina, dopamina y serotonina, transmisores que se generan en cantidades industriales en las primeras etapas del amor y son responsables de esa sensación de plenitud y confianza, bajan sus niveles en el cuerpo después de la ruptura. Esto puede terminar traduciéndose en dificultad para mantener la concentración o la positividad.
¿La aparición de estos síntomas se da de forma inmediata? La respuesta es no. Al igual que el enamoramiento, en la ruptura la mayoría de veces se sigue una serie de etapas, pero esta vez enmarcadas dentro de un proceso de duelo.
Fase inicial
Cuando se decide no continuar con una relación, es probable que esa sensación de desasosiego de la que hemos venido hablando llegue unos días después y no de forma inminente. Esto, mientras el cerebro procesa lo ocurrido y es consciente de todos los cambios que se avecinan.
¿Tienes dudas?
Fase de frustración y negación
Al volver sobre los pasos y analizar lo sucedido puede surgir un sentimiento de frustración y rabia hacia la otra persona, uno mismo o el mundo en general. En esta etapa se sobreanaliza qué pudo haberse hecho para tener un desenlace distinto e incluso se contempla la posibilidad de regresar.
Aquí es donde empieza a experimentarse la tristeza y todas las consecuencias de la reducción de los neurotransmisores que participan en el amor.
Fase de aceptación
El tiempo ayuda a pasar la página y aceptar que la vida continuará sin la presencia de la otra persona como pareja. Al entender esto, el dolor va quedando atrás y se abren nuevas posibilidades.
¿Puede aparecer la depresión?
Es claro que una ruptura amorosa puede generar tristeza. Sin embargo, la tristeza no es lo mismo que la depresión, aunque estén vinculadas. Mientras la tristeza es una emoción relativamente pasajera, la depresión es un trastorno psicológico que mezcla ese sentimiento con la incapacidad de recibir placer al realizar actividades que anteriormente eran un estímulo positivo.
Las personas que sufren de este trastorno también pueden experimentar desesperanza de cara al futuro, lentitud en el pensamiento y tener una marcada tendencia hacia el aislamiento.
En el caso de las rupturas amorosas, la mayoría de las personas viven la tristeza sin llegar a sufrir de depresión. Sin embargo, cuando el tiempo pasa y no se alcanza la fase de aceptación, sino que por el contrario las sensaciones negativas toman una mayor intensidad, es recomendable buscar ayuda profesional.
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