Caminamos, corremos y saltamos gracias, en gran parte, al trabajo que realiza nuestro tendón de aquiles, una banda de tejido que conecta los músculos de la pantorrilla con los huesos del talón.
Con unos 15 centímetros y la capacidad de soportar hasta 10 veces el peso corporal, este es el tendón más largo y fuerte de nuestro cuerpo. Su tarea es impulsar la marcha con la flexión plantar del tobillo.
Quienes practican deportes en los que hay que correr o saltar, como fútbol o baloncesto, tienen un mayor riesgo de sufrir algún daño en el tendón de aquiles. Existen dos grandes tipos de lesiones:
Tendinitis de aquiles
La tendinitis es una inflamación del tendón de aquiles que se presenta como resultado de una sobrecarga. Cuando estos tejidos se irritan e inflaman se provoca un dolor en la zona de arriba del talón y en la parte inferior de la pierna.
Las personas con tendinitis de Aquiles tienen dificultad para poner en puntas de pie la pierna lesionada, debilidad en dicha pierna y rigidez en el talón.
Rotura del tendón de aquiles
Cuando un caso grave de tendinitis de aquiles no recibe el tratamiento adecuado, la lesión puede derivar en un desgarro del tendón, hecho que suele ser incapacitante y se aborda en la mayoría de los casos mediante cirugía. El desgarro también puede presentarse por un sobreesfuerzo o un golpe.
Para evaluar la magnitud de la lesión (definir si la rotura es parcial o total), se cuenta con herramientas diagnósticas como la ecografía o la exploración por resonancia magnética.
¿Tienes estos síntomas?
Tratamiento
En la tendinitis de aquiles el tratamiento es conservador. Con reposo, la condición suele mejorar a partir de las seis semanas. Además de suspender la actividad física, se recomienda poner hielo en la zona afectada durante 15 minutos, realizar fisioterapia para fortalecer los músculos y tomar analgésicos.
Para la rotura del tendón existen dos manejos: el quirúrgico y el no quirúrgico. El primero -y el más común- consiste en realizar una incisión en la pierna para unir nuevamente los extremos desgarrados del tendón.
En el tratamiento no quirúrgico se inmoviliza la pierna con un yeso, una férula o una bota ortopédica. Con el reposo, el tendón se une nuevamente y cicatriza.
Ambos métodos han demostrado ser eficaces, pero cada uno cuenta con su ventaja: después de la cirugía es menos probable que el tendón vuelva a romperse, sin embargo, el tratamiento no quirúrgico reduce el riesgo de infección.
Prevención
Con el paso de los años, el tendón de aquiles se debilita y es más propenso a lesiones, especialmente en quienes practican deportes sin regularidad o aumentan repentinamente el esfuerzo físico.
Ante esta situación, se aconseja a las personas que llevan mucho tiempo inactivas o están iniciando un nuevo deporte incrementar las sesiones de entrenamiento de forma gradual.
De igual forma, es importante realizar sesiones de calentamiento antes de la actividad física y complementar con estiramientos al terminar el entrenamiento.
Terapia Neural: un tratamiento relajante y efectivo
Si se busca otra opción para tratar doloresLeer más 56422
La importancia de una evaluación médica antes de comenzar tus rutinas de ejercicios
Los exámenes médicos previos son clave si quieres iniciar el 2024 con una
¿Para qué se realiza una broncoscopia?
La broncoscopia es un procedimiento seguro y eficaz que puede ayudar a diagnosti
Brazo robótico Mako: ventajas de su uso en comparación a otras tecnologías
La cirugía robótica ortopédica trae innumerables beneficios. Sin embargo, la tecnología Mako